Diversidad Humana
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LA DIVERSIDAD EN LA ESCUELA

Todas las personas que conviven en la escuela son diferentes, ya que se provienen de una diversidad vivida y manifiesta. La escuela es el foro donde se reúnen todas las culturas diversas que cada una de las personas que la integran llevan consigo. Se da en ella una diversidad de tipo personal que en buena medida es fruto de las experiencias propias, del contexto sociocultural y de otras causas relativas a procesos de desarrollo de cada uno. Esta diversidad se traduce en diferencia de intereses y expectativas, de elecciones sociales, de autonomía personal, de afectividad; de capacidades lógicas, psicomotrices, expresivas, memorísticas, manuales, de características y ritmos del proceso de aprendizaje, etc. Las diferencias se observan a través de los modelos de relación en los grupos, de la asimilación y dominio de las actividades de la enseñanza, de los múltiples conceptos que se dan en la vida del centro educativo. Por eso, es una realidad que lo diverso es lo habitual, lo excepcional es lo uniforme. Así, el conjunto de familias y alumnado que conviven en la escuela, forman un mosaico con características diferenciadas cuya negación sólo tiene sentido desde la comodidad o el interés por favorecer a algunos grupos concretos.

El respeto por dicha diversidad, implica interacción, intercambio, ruptura del individualismo y apertura a la solidaridad. En la actualidad aparece como un nuevo tópico de la contemporaneidad, que se concretiza también en nuevas terapias alternativas y religiones, en diferentes planes de alimentación, en la consideración de los derechos de las minorías, etc. Este hecho cultural arrastra tambien un cuestionamiento profundo a la construcción moderna de la historia que dio origen a la idea de nación unificada, progreso indefinido y supremacía de la razón. La diversidad parece abrir así un nuevo espacio que desplaza la autoridad de una clase social, de la ciencia o de la nación como únicos ordenadores del sentido legitimando a nuevos sujetos e identidades.

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Haciendo un rápido recorrido por la historia de la escuela como “hija de la modernidad”, se observa un mandato claro de homogeneizar a sus alumnos. Este hecho determinó y en muchos casos continúa estableciendo, mecanismos de clausura de la diversidad, que se concretizan en el modo de agrupamiento de los alumnos, la organización de los espacios y tiempos, los modos de evaluación, la clasificación del saber, la universalización de los contenidos escolares, el predominio del texto, etc. Bajo este modelo se procura que el alumno se adapte, y si no lo logra, es segregado o expulsado de diversas formas (J. Delval).

Parece que en esta encrucijada el personaje principal en discordia es siempre la <diferencia, o los diferentes> En la pedagogía tradicional, la noción de diferencia era concebida como carencia o privación, que se determinaba en función de ciertos parámetros sociales, culturales, de conocimiento, etc. que “medían” la distancia entre ellos y las prácticas de los sujetos o sectores, permitiendo diferenciar o clasificar entre lo alto y bajo, bueno y malo, etc.

Pero la diversidad cultural y las diferencias de aprendizaje ponen constantemente en jaque la citada utopía moderna de normalización u homogeneización cultural, basada en rotulaciones y en la neutralización de las diferencias como forma de asegurar la identidad cultural. Es que esta pretensión no impidió en el transcurso de la historia la marginación social ni tampoco aseguró la permanencia de procesos democráticos aún dentro del ambiente educativo. La problemática es indudablemente”compleja”.
Sin entrar en discusión sobre el tema, hay que señalar que toda institución educativa, implícita o explícitamente, prolonga necesariamente los códigos de homogeneización social, a través de complejas estrategias, haciendo muchas veces de operador cultural para la distribución de los bienes del conocimiento, y generando un código de prohibiciones, permisiones, alianzas y rechazos, circulaciones y obstrucciones, que demuestra la falsedad de la suposición popular en la que se identifica a la escuela como una zona franca social, ya que en realidad ha estado siempre fuertemente asociada al aparato ideológico cultural.

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En la actualidad, la sociedad le demanda a la escuela sujetos que no se paralicen ante la incertidumbre, con capacidad para ampliar y modificar permanentemente sus conocimientos, de resolver problemas y de adaptarse a situaciones cambiantes.

Hablar sobre diversidad en el ámbito educativo implica superar esa noción antigua avalada socialmente en su contexto, renunciando a la idea de un solo centro, a medir o clasificar desde un parámetro único, para pasar a la consideración del otro con el que se completa la humanidad de ambos. En otras palabras se trata de alejar los horizontes normo-céntricos excluyentes abriendo el espacio para la idea de pluralidad sin negar la realidad, ni desconocer que hay diferencias en las experiencias y condiciones de vida y de poder.

El discurso sobre la diversidad es por ende un objetivo socialmente deseable, siempre y cuando no incluya o enmascare la “desigualdad”, ni tampoco asocie la igualdad con la uniformidad. La igualdad hace referencia a la posibilidad de optar, de decidir, de disponer de medios reales para vivir dentro de la estructura social y para intervenir en igualdad. En cambio, la diversidad hace referencia a las diferencias personales y culturales respecto a como se es, y como se vive. Lamentablemente, en la actualidad, se observa un “discurso blando” sobre la diversidad y una realidad dura de desigualdad social, contraste que es necesario denunciar y corregir.

http://www.consudec.org/participando/educdiver.htm

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